La Ciudad

Raverta, su gestión marplatense y la silenciosa construcción del poder

La titular de la Anses empezó a estructurar al peronismo local de cara a 2023. Esta vez, con un gobierno nacional y provincial afines, El objetivo no cambia. Gestos hacia el centro y colaboración con Montenegro.

 

Por Ramiro Melucci

“Extraño Mar del Plata”. En su última conversación por Zoom con funcionarios nacionales y provinciales marplatenses, la titular de la Anses no disimuló su nostalgia. Aunque sabe que en el corto y el mediano plazo el foco de su actuación política seguirá puesto en el escenario nacional, Fernanda Raverta ya comenzó a estructurar al peronismo vernáculo de cara a 2023.

El punto de partida fue junio. “Se puede vivir en otro tipo de ciudad”, fue el mensaje que la líder del Frente de Todos local bajó a través de los medios. Al mismo tiempo transmitió en su encuentro mensual con las distintas organizaciones del espacio la intención de volver a pelear el distrito. Y la semana pasada juntó a través de la pantalla a más de 50 funcionarios marplatenses de la Nación y la Provincia.

El armado tiene claros puntos de contacto con el que inició en 2016, después de que Gustavo Pulti, en alianza con el kirchnerismo, perdiera la intendencia con Carlos Arroyo. El primero es temporal: comenzó tres años antes de las elecciones para intendente. El segundo es el desafío inicial: si entonces fue unificar a un partido históricamente deshilachado en Mar del Plata, ahora es ampliar esa base desde la gestión. El tercero es el objetivo electoral: llevar al peronismo al primer triunfo en elecciones para intendentes desde la vuelta de la democracia.

Pero el escenario ha sufrido alteraciones. Por empezar, los gobiernos nacional y provincial tienen ahora su mismo signo político. Con los dos tiene un fuerte vínculo. A los dos conoce desde adentro. Fue clamoroso su ascenso del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad bonaerense a la Anses.

Las administraciones de Alberto Fernández y de Axel Kicillof brindan un soporte que antes el Frente de Todos local no tenía. El ordenamiento de las distintas vertientes kirchneristas y justicialistas ya se produjo en la campaña anterior. Ahora Raverta necesitará que el presidente y el gobernador hagan una gestión virtuosa. Parece fácil decirlo, pero la pandemia de coronavirus ha generado una crisis de proporciones desconocidas.

También ha cambiado el lugar desde donde Raverta retoma el camino. La Anses, organismo capital en un Estado que brinda ayuda económica a 9 de cada 10 argentinos, no puede parangonarse con una banca en el Congreso. La notoriedad resulta mayor. En la misma proporción que la exposición.

Allí radica una de las principales diferencias con el proceso anterior: esta vez forma parte de la gestión, donde las aptitudes y debilidades se reflejan con mayor nitidez. No solo las de ella, sino también las de la grilla de funcionarios que catapultó a las reparticiones públicas de Mar del Plata.

Vale la aclaración: los jefes de cada dependencia nacional y provincial con sede en la ciudad fueron nombrados directa o indirectamente con su aval. Desde los de la Anses y el PAMI hasta los directores de los hospitales, Zona Sanitaria VIII y el Consorcio Portuario. Es cierto que algunos cargos los ocupó el Frente Renovador, pero también que esos nombres tuvieron su consentimiento. La orden de Sergio Massa para sus hombres en la ciudad se mantiene inalterable desde la campaña pasada: “Jueguen con Fernanda”.

El Frente de Todos también acredita una fuerte presencia en los Comités Barriales de Emergencia, claves para atender la crisis social en la pandemia. En las primeras semanas del aislamiento, una alta fuente del gobierno comunal lo corroboró en términos futboleros: “Ahí somos visitantes”.

Hay una coincidencia dentro del espacio, que repiten tanto los que hace años se encolumnaron detrás de Raverta como los que se sumaron en la última campaña: “El peronismo marplatense siempre repartió el poder. Los cargos se los dividían entre dos o tres ‘caudillos’. Hoy ya no sucede”. Los que más conocen a la titular de la Anses apuntan que “antes se dividía para perder y ahora el único objetivo es ganar”.

Quizás por eso el armado se alimenta de un factor que no se puede medir con ninguna vara. Es abstracto: una ilusión. La de dar vuelta el resultado de 2019. Descuentan que la competencia volverá a ser con Guillermo Montenegro, que el año pasado se impuso por una diferencia de menos de tres puntos. El primer termómetro de esa esperanza serán las legislativas de 2021. 

El planteo parece ser que lo que funcionó no se toca. O se reedita. El bloque del Frente de Todos en el Concejo Deliberante, que responde a Raverta, ya presentó un proyecto de comunicación para solicitarle al Juzgado Federal con Competencia Electoral de la provincia que analice la posibilidad de dividir los circuitos electorales 365 y 368 y modificar los límites del 369. El objetivo: que electores de barrios periféricos puedan votar más cerca de sus casas. El año pasado Raverta ya tuvo una experiencia exitosa con la división del 370, donde se impuso a Montenegro, como en la gran mayoría de los circuitos electorales. Solo perdió en tres de 15: los del centro.

La conquista de ese sector, compuesto por capas medias y altas de la sociedad, es todavía una materia pendiente. Pero en las últimas semanas algo cambió. El Frente de Todos pasó de observador a protagonista de la gradual reapertura de la ciudad. Aquel comportamiento inicial se había notado en mayo, cuando el intendente copó la escena con el acuerdo con la Provincia para reabrir los comercios de ropa. “Acá sí somos locales”, habían celebrado en el gobierno de Montenegro en alusión a las principales zonas en que están ubicados esos negocios.

La nueva conducta se advierte ahora, después de que el bloque opositor se convirtiera en garante del funcionamiento de la Comisión de Reactivación Económica, la que le otorgó a Montenegro el respaldo político para decretar la prueba piloto de los cafés y la vuelta de los deportes al aire libre.

El giro comenzó a percibirse con el cambio de postura sobre el proyecto de ordenanza que creaba ese organismo. En los primeros tratamientos en comisión, el Frente de Todos se opuso. Cuando llegó al recinto, propuso modificaciones, consensuó con el oficialismo y votó a favor. El acuerdo, materializado en la unanimidad de la votación, presagiaba las buenas noticias de la semana pasada.

La posición de Raverta tendiente a una reapertura progresiva fue ratificada por el ascendente protagonismo del jefe del bloque de concejales, Marcos Gutiérrez, uno de los voceros de las definiciones de la Comisión de Reactivación y autor de un proyecto para generar corredores gastronómicos. También por las iniciativas para reducir las tasas de ese sector y exceptuar del pago a los gimnasios y natatorios, motorizadas por Virginia Sívori. Incluso se refleja en la ausencia de nuevos planteos sobre la necesidad de reforzar los controles de las salidas de esparcimiento, que en algún momento partieron desde la bancada.

Hubo algo más. Antes de que surgieran los últimos casos autóctonos de coronavirus y cuando el intendente se aprestaba a solicitar el pase a la fase 5, la directora de la Anses hizo una gestión ante la Provincia para solicitar que se tomara en cuenta el planteo de Mar del Plata. La intervención se combinó con las conversaciones que el propio mantuvo Montenegro con el gobernador.

Los pedidos no llegaron a significar el arribo de la ciudad a la ansiada quinta fase, pero fueron cruciales para que el gobierno de Axel Kicillof, que en las semanas previas había denegado la vuelta de la gastronomía y los deportes al aire libre, se llamara a silencio mientras la ciudad empezaba a atravesar por su cuenta la muralla que parecía obstaculizar el sendero de su reactivación.

 

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